Sunday, January 29, 2006

De cómo la razón complica las cosas

Las grandes complejidades psicológicas surgieron simultáneamente con la razón, la cual se presume exclusivamente humana. Me explico. Habiendo el oscuro felino fallado desastrozamente en su primer intento por subir la barda y evitando cualquier intento posterior, cualquier espectador reconocería la presencia de un trauma. Queriendo inducir a la mascota a conocer otros territorios para combatir el hastío del encierro, un buen día fue llevada al lote de enfrente para que paseara al aire libre, cazara chochos y algún ratoncillo (que con sus vacunas en regla y su próxima terapia desparasitante no había de qué preocuparse). Pero todo se vería fustrado al presentarse un curioso ejemplar canino, frecuente paseante de esta calle y que más que atacar parecía querer conocer al nuevo vecino. Las consecuencias fueron obvias, Elgato trepo por mi pierna hasta llegar al hombro, encajó su uñas, se erizaba como nunca lo había hecho y lanzaba un silbido mas propio de un reptil rastrero que de un mamífero maullador.

Cuando el canino se marchó (gracias a la oportuna intervención de un amable vecino) Elgato quedo erizado sobre el pasto totalmente inmovil, nada ni nadie se le podía acercar sin que lanzara un gruñido bastante amenazador. Poco a poco se animó a dar los primeros pasos que lo encaminaron finalmente a la puerta de su casa. Cuando más tarde abrí la puerta de la calle estando Elgato en la cochera, noté cómo en lugar de husmear lo puediera entrar o salir se escondía atrás de una maceta. Otro trauma, pensé.

Ahora sí que sentía compasión por este animal. Su vida futura estaba destinada a transcurrir entre la purta del frente y la barda del fondo, sin más emoción que trapar sillones, morder peluches y perseguir taparroscas (que las pelotas nunca le animaron tanto). Sin embargo, hace dos días cuando llegué, no lo encontré y al preguntar por él me dieron la noticia de que llevaba toda la mañana trepado en la azotea. Así, sin más ni más, se llenó de valor y logró trepar. Ahora sube y baja cuanteas veces le place, sin el menor problema. Además, ayer en la noche, al abrir la puerta de la cohera salió disparado a conocer la calle, se perdió un rato y volvió cuando le pareció, sin pelos erizados ni el menor signo de angustia.

Los animales pues, no razonan. Sólo sienten y recuerdan lo inmediato. Dícese que su memoria a largo plazo no es muy buena. Los estímulos repetidos son lo que conservan, de otro modo los eventos desaparecen en el olvido sin mayor proceso. Eso se dice. Si esto escierto, esto explicaría por qué Chispa, una noble perrita, puede seguir su feliz vida sin necesidad de terapia alguna despues de que un día andaba con las tripas de fuera por no entender que no se tenía que tocar las puntadas que quedaron de su castración, y que fue llevada de urgencia a que le pusieran los intestinos en su lugar y le volvieran a coser.

Mientras entre los humanos son comunes las historias en las que dejan de manejar porque chocaron, que dejan de estudiar porque una vez no pudieron, que padecen insomnio un año porque algo que pasó hace tanto no los deja dormir. En lugar de mejorar, rendirse; en lugar de levantarse, quedarse tirado. Pensar y pensar en consecuencias, en todo lo que puede salir mal otra vez, en las 1000 000 de cosas que no se pueden controlar y que pueden hacer que vuelvas a caer.

A veces no hay que pensar tanto. Marea.

Ya llegó Elgato, está rascando la puerta. ¡Ya voy!

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