Monday, January 09, 2006

Érase que se era...

Principio tienen las cosas, pero algunas también tienen un prólogo. Ésto es un poco de ambos. Este cuento en pedacitos trata sobre un gato, uno pequeño y negro, más que la noche no lo sé, pero negro finalmente excepto por sus ojos de gato, que son verdes (no me gustan los ojos de gato verdes, pero en fondo negro qué bonitos se ven).

Este gato no es cualquiera, tampoco es el mío, para quien puediera pensar que por yo pagar su mantenimiento me he encariñado con él como se encariña uno con cualquier animal/cosa que le cuesta. Este gato no es cualquiera, decía yo. Es un gato tonto, adorable, pero tonto al fin y al cabo. ¿Por qué? Ya lo iré diciendo, conforme vayan saliendo a la luz su felinas historias que al menos a mí me tienen encantada.

Ya que me menciono, me presento: Soy amante de los gatos, como lo habrán notado, aunque mis ganas de tener uno se vieron mucho tiempo frustradas debido a las fobias de mi madre para con estos nocturnos, silenciosos, cazadores de alimañas, convenencieros y a veces ronroneros (Ya sé, esa palabra no existe. Quejas por mal uso de lenguaje a la dirección de correo que por ahí esta escrita) animalitos. Parásitos los llama mi madre y un montón de gente que conozco. ¿Será? Yo no puedo negarlo de manera contundente, pero igual me gustan.

Me estaba presentando yo, pero leer esto se está volviendo aburrido, mejor me dejaré conocer de a poquito, al cabo que por mucho que esto sea para exhibir al gato (que no tiene un nombre propio) sé que en varias ocasiones también me exhibiré yo misma. No puedo evitarlo, es una excelente manera de alimentar el ego, aunque en realidad a nadie le importe un carajo.

Creo que esto acabó siendo más un prólogo que un principio. Ya qué.

Bien, pues hasta que tenga otro episodio de diarrea mental. Descansen.


0 Comments:

Post a Comment

<< Home